Como invertir transformó mi vida y mi manera de pensar

Como invertir transformó mi vida y mi manera de pensar

Publiqué este artículo en Medium.com, el 6 de Junio de 2020, antes de tener esta página para poder publicar contenido.

Hoy quería compartirlo en mi propia página web para que sea accesible a más personas.

Un poco de historia (pero muy poco para no aburrir)

Mis planes para alcanzar los objetivos de un ciudadano tradicional se demoraron mucho más de lo que me hubiera gustado.

Tengo 40 años y recién a mis 37 pude alcanzar mi primer vivienda junto a mi esposa y mi hijo de apenas dos años. Para lograrlo, tuvimos que ahorrar durante muchos años y hacer múltiples sacrificios.

La falta de acceso a crédito debido a la alta inflación (una enfermedad ya crónica en Argentina) que acumula un porcentaje que desafía hasta la calculadora más capaz, ha imposibilitado sistemáticamente el acceso al crédito para la compra de viviendas y otros bienes durables a toda su población.

Como dicen los economistas liberales, la inflación es un impuesto no legislado que afecta siempre a los más pobres. En este contexto, sólo unos pocos podemos tener el “privilegio” de acceder a una vivienda propia y digna, a costa de un sacrificio monstruoso y en la mayoría de los casos, también gracias a la ayuda de algún familiar ó amigo que nos presta dinero ó en el mejor de los casos, nos hereda en vida parte de su patrimonio.

Esto tiene implícito una presunción aún más ambiciosa. Que un familiar haya podido él mismo acceder a tener un patrimonio, su propia vivienda y un excedente (generosidad aparte) y que se dé el permiso de donárselo a un hijo.

En nuestro caso, esa donación no existió, pero si una ayuda de último momento que nos salvó, debido a una variación de la cotización del dólar entre que realizamos la reserva y concretamos la operación de compra, apenas 60 días después.

Superada la compra del departamento, decidimos encarar la compra de un auto; comodidad que habíamos perdido para precisamente poder reunir más dinero para comprar nuestra vivienda y luego de eso, encaramos finalmente un ahorro, armonizando equipar nuestro nuevo departamento y empezar a “vivir”.

Por lo tanto, recién hace poco tiempo, logramos reunir el dinero necesario como para poder comenzar a pensar en invertir.

¿Padre Rico ó Padre Pobre?

Hace muchísimos años había leído el libro “Padre Rico/Padre Pobre” y aunque no me pareció nada del otro mundo, rescaté un puñado de conceptos que quedaron en segundo plano haciéndome reflexionar. Ideas tales como “hacer que el dinero trabaje por vos” ó “Activo es lo que pone dinero en tu bolsillo y pasivo es lo que saca dinero de tu bolsillo” fueron imágenes útiles para generarme inquietudes más profundas.

Sin dudas yo me crié con padres pobres desde la concepción del libro de Kiyosaki. Mis padres creían en el trabajo honesto y el ahorro pero veían las inversiones como algo lejano a su manera de pensar.

Es más que claro que el pensamiento de mis padres no es la excepción, sino la regla; como en la mayoría de los países subdesarrollados.

La educación financiera que recibieron fue nula y yo también, a pesar de haber asistido a un colegio liberal y luego haber realizado una carrera de grado con un perfil técnico-administrativo. No es que no quisieran invertir, es que no tenían ni idea que era posible y que eso les hubiera reportado beneficios enormes a lo largo de toda su vida.

Latinoamérica posee una de las tasas de alfabetización financiera más bajas del mundo.
La tasa de alfabetización financiera de Latinoamérica es una da las más bajas del mundo.

Hace alrededor de un año y medio tomé la férrea decisión de comenzar a invertir pero estaba al tanto de personas que habían tenido malas experiencias invirtiendo y no tenía ganas de perder dinero ó llevarme una mala impresión por arriesgar mi patrimonio sin tener claro en qué ni porqué.

Nuevos amigos y de los buenos

Tuve la enorme fortuna de coincidir en un espacio de coworking con un asesor financiero y extraordinario ser humano (Julian Grau) al que le pedí consejo sobre distintas alternativas para capacitarme y comenzar a entender conceptos fundamentales.

Realicé un curso elemental en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y posteriormente le pedí ayuda nuevamente a Julián para que nos capacitara a mí y a dos amigos más de forma intensiva.

Luego de eso, abrí una cuenta de inversiones y demoré alrededor de dos meses más hasta que realicé la primera compra que fue el 04 de Junio de 2019.

Desde ese entonces, he tenido una experiencia extraordinaria, no sólo por el beneficio económico que reportó hasta hoy, sino por cómo transformó mi manera de pensar, de ver la realidad y como disparador para otras inquietudes sobre temas como economía, política internacional e historia.

Tener en claro que puedo armar mi propio plan de retiro, sin depender de una entidad estatal ó privada sino que puedo yo mismo establecer mis objetivos y decidir mis riesgos me brinda una libertad y responsabilidad espectacular.

Alejar los fantasmas de crianza

A lo largo de mi vida y antes de empezar a saber sobre inversiones, había recibido la bajada de línea que invertir es “la timba”, es “de especuladores” y efectivamente, como toda decisión en la vida tiene implícita una especulación y un riesgo.

Todos vivimos en una timba desde que nacemos. Lloramos primero, apostando a que nos escucharán y atenderán y luego hacemos monerías para obtener golosinas y otros premios. Vemos lo que resulta y lo explotamos todo lo posible.

Cuando somos más grandes vamos perfeccionando el arte de la especulación para llegar a la adultez siendo legítimos expertos.

Vivimos la vida en muchos casos mostrando sólo una parte de nosotros en las redes sociales, cuando queremos conquistar a la persona que nos gusta y elegimos en qué gastar y cómo gastar, sacar un televisor en 18 cuotas sin interés, sacando provecho de una realidad (adversa pero conveniente para este caso) como la inflación. Cada uno hace, en su medida, el mejor negocio que puede hacer para si mismo. ¡Y está bien!

Repudiar el pensamiento establecido

El problema en Argentina es que hemos demonizado a las inversiones como a la riqueza y el resultado es más que evidente. Lenta y sistemáticamente logramos destruir el descomunal capital acumulado hasta casi la primer mitad del siglo XX y aún no nos detuvimos.

La mayor parte de ese deterioro se debe dos cuestiones básicas. La primera, ver a la pobreza como una virtud (denostar la riqueza) y la segunda, considerar que alguien más sabrá que es mejor para nosotros que nosotros mismos (repudiar la libertad individual).

Es decir, hemos delegado nuestro poder de tomar decisiones en alguien más (que tiene un grupo de intereses contrapuesto al nuestro) y simultáneamente, compramos la idea de que ser pobre nos asegura la contraseña para tipear en las puertas del cielo.

Esa trampa doble, nos ha llevado como sociedad a mantenernos en la pobreza por más de 70 años.

La educación transformadora

El único camino para romper con esas ideas fallidas, es educarse y ver lo que ocurre en los países a los que les va bien.

En los países desarrollados, la educación financiera es algo que se cultiva desde la niñez; en dónde a través del ejemplo de los padres, se alientan buenos hábitos sobre el ahorro y sobre el manejo independiente del dinero por parte de los niños con una mensualidad y posteriormente a través de una cuenta bancaria y tarjeta de crédito. En casa se habla sobre el dinero, se habla sobre invertir, sobre las finanzas.

En los países libres, las personas comunes (no grandes empresarios ó multimillonarios) saben que tienen que sacrificar consumo presente para disfrutar de un beneficio futuro al momento de retirarse por no ser capaces ó no tener ganas de seguir trabajando.

Existen una infinidad de instrumentos de inversión para todo tipo de perfiles y realidades económicas y toda la sociedad piensa en inversiones como un instrumento de independencia financiera. No sólo persiguiendo la idea de poder vivir sin trabajar cuándo somos viejos sino mucho antes, generando ingresos pasivamente.

Cuatro razones para invertir

Aquellos quienes tienen un dilema moral sobre las inversiones, los invito a pensarlas como (1) una manera de ayudar a que otro concrete sus proyectos.

Cuando uno decide comprar acciones de una empresa lo que está haciendo en realidad es prestarle dinero (esto no es estrictamente así, pero lo simplifico a efectos didácticos), confiando en que sus ideas y su capacidad de gestionar ese negocio, hará que sea exitoso. Cuando eso pase nos devolverá el dinero que depositamos más un interés como retribución por haber puesto en riesgo nuestro patrimonio.

Otra manera de concebir las inversiones es como (2) una herramienta para proteger nuestro patrimonio de distintos riesgos, a saber:

a) Depreciación de la moneda: La inflación existe en todos los países y aunque el dólar se deprecie a una tasa realmente baja (alrededor del 2% anual), a lo largo de varias décadas, su pérdida de poder adquisitivo es muy significativa.

b) Robos ó estafas: Tener dinero en efectivo en casa es siempre una pésima idea. Guardar nuestros ahorros “bajo el colchón” nos pone en riesgo permanentemente a que nos roben, estafen y aún peor, nos lastimen. Pero en el mejor de los casos, aunque nada de eso ocurra, por el sólo hecho de saber que están en casa, viviremos con la preocupación de que todo eso pueda ocurrir y perderemos seguramente momentos valiosos teniendo esa preocupación en mente.

c) Ser presa fácil de familiares ó amigos: ¿En quiénes piensan cuando quieren obtener un crédito a tasa cero en dólares? ¡Bingo! En mamá y papá, en el abuelo ó el tío con plata. Aunque uno pueda ser una persona generosa y a quien le presta pueda ser una persona de absoluta confianza, los imprevistos ocurren para todos. Arriesgar el capital propio en alguien por afecto y sin garantías representa un riesgo invisible pero significativo.

Y por último, invertir puede ser una manera de (3) motivarnos a perseguir objetivos ambiciosos y (4) acelerar su concreción.

¿Nunca pensaron en vivir sin trabajar desde los 50 años? ó ¿Comprar la casa de vacaciones de sus sueños frente al mar?

Si invirtiesen (en vez de ahorrar solamente) esas cosas no solamente serían posibles sino que también llegarían muchísimo más rápido al potenciar el ahorro.

Dar el primer paso y dar el ejemplo

Si no tienen mucho dinero, anímense a dar al menos pasos de bebé. Inviertan $1000 en un Fondo Común de Inversiones vía homebanking ó dejen el dinero en su cuenta de MercadoPago ó en alguna otra fintech para que les remunere ese depósito con un pequeño interés.

Alienten a sus hijos a comprar monedas fuertes como el Dólar ó el Euro.

Ayuden a sus hijos a que planifiquen sus gastos mensuales y dividan el dinero de una mensualidad (por más magra que pueda ser) para que les alcance para todo el mes. Si tienen un excedente, explíquenles que pueden ahorrarlo ó invertirlo en lugar de comprarse algo que les gusta inmediatamente. Que comprendan el enorme valor del sacrificio del consumo presente.

Si tienen posibilidad, instrúyanlos en finanzas ustedes mismos ó compartan tiempo viendo tutoriales (hay gratuitos por cientos en YouTube). Cualquier iniciativa por mínima que sea, los ayudará a todos (a sus hijos y ustedes mismos) a tener mayor conciencia sobre el uso del dinero y los beneficios de ser cuidadosos y pensar en el futuro.

De a un paso a la vez, podemos transformar una sociedad de pobres y oprimidos, por una sociedad de ricos y libres.

Mariano Pulgar

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